#ElPerúQueQueremos

Nos vendieron ideas

Sobre el miedo y las ideas en épocas electorales. 

Publicado: 2016-03-21


Soy hijo de una sociedad post-conflicto, en donde la paz es una de las mayores virtudes de las que podríamos estar agradecidos. Desde que tengo uso de razón he seguido de cerca las historias sobre la violencia en todas sus presentaciones, me bastaba (y me basta) ver cómo cambiaba el rostro de mis padres al contarme sobre esos años para poder entender y mostrarme empático ante esas situaciones.

La vida era complicada, sin duda, esperar a que el precio de la leche ENCI no se dispare al día siguiente teniendo un niño en casa podría preocupar a cualquier familia. Lo que más se anhelaba, era pues, un poco de estabilidad, algún respiro que pudiera darnos aire para poder enfrentar las diversas crisis en todos sus espacios.

Desde entonces empecé a construir, sin darme cuenta, cierta forma de concebir y entender la política. Porque sí, desde pequeño uno va construyendo ciertas nociones sobre cómo entender el bien común, la democracia, el poder, etc. Entre esos años (no pasaba los 10) percibía con buenos ojos el legado fujimorista, en lo concreto podía ver mayor bienestar entre las personas que me rodeaban y eso me era suficiente.

Ahora bien, pasada la tormenta tocaba mirarnos a nosotros mismos, pensar el Perú en conjunto y sacar adelante una vez por todas un proyecto país acorde a nuestras necesidades reales. Como todos sabemos, esto no ocurrió, y es acá en donde quiero hacer el mayor énfasis, ya que en esos años post-conflicto es en donde nos empezaron a vender ideas.

Nos vendieron ideas sobre cómo había que entender el mercado y la economía, nos vendieron ideas sobre cómo entender la política, nos vendieron ideas sobre cómo entender la libertad de expresión y, principalmente, nos vendieron ideas de cómo entender la democracia. Nos vendieron ideas y las fuimos comprando una por una, y no las compramos porque era la mejor oferta, sino porque estábamos hambrientos de respuestas y era lo único que se nos ofrecía. ¿Qué es el Perú? Preguntábamos confundidos. El Perú es desarrollo económico a costa de cualquier cosa, el Perú es compra de medios de comunicación, el Perú es corrupción, el Perú es esterilizaciones forzadas, el Perú es todo eso, te guste o no. Pero ojo, no te olvides, lo hacemos por tu bien.

Regreso a mi yo pasado y sí, efectivamente, lo hacían por mi bien. Sino, ¿cómo es que podía percibir mayor bienestar entre los que me rodeaban? ¿Por qué son tan crueles con Fujimori? La historia luego se cuenta sola, los videos y los millones desatan un nuevo capítulo. Yo seguía incauto al respecto, pero con ideas mejor elaboradas sobre lo que ocurría. Por ejemplo, dentro de todo podía entender y darle un sentido al autogolpe (“El congreso estaba llenos de corruptos”), a las esterilizaciones forzadas (“¿Cómo más frenas la pobreza si los pobres solo hacen más pobres?”), el terrorismo de Estado (“Había que poner mano dura, eran tiempos de guerra”), entre tantas otras cosas. Tenía lógica, claro.

Me llevó varios años de construcción y deconstrucción poder entender, finalmente, que, por más que tenía lógica todo lo anterior, era la lógica misma la que nos había llevado a la crisis (una vez más). Volví en mí mismo y entendí que había comprado muy bien el discurso fujimorista; y que , además, este discurso poseía un factor bastante emotivo en mí, ya que lo relacionaba directamente con mi familia, amigos y conocidos que de alguna manera habían sido beneficiados con este “bienestar”. En este punto la situación se pone perversa, ya que todos los fujimoristas conocen muy bien esto y alegan a la emotividad para que la gente vote por ellos. Esto no solo es condenable sino que es muy bajo, solo demuestra el tipo de política que están acostumbrados a hacer.

No es coincidencia, pues, encontrar que muchos de ellos afirmen que todos los que protestan en su contra son “terroristas”, recurriendo una vez más a esa emotividad, al miedo. Lamentablemente este es un legado vigente, no es cosa que involucre únicamente a los fujimoristas, es más una forma común de hacer y entender la política. Dado el tema, el día de hoy la editorial de El Panfleto sacó un muy buen repaso de algunas campañas del miedo en nuestra historia (http://elpanfleto.pe/editorial/editoral-de-rojos-a-terroristas-campanas-de-miedo-y-elecciones-en-peru-1860-2016/).

Por ello, si nos quedamos únicamente en lo concreto y en lo emocional, con justa razón el legado fujimorista es lo que es ahora, con justa razón Alan sigue libre y Castañeda es otra vez es alcalde. Lamentablemente no es nada nuevo, ya ni si quiera nos sorprende. Estamos infelizmente supeditados a una cultura política perversa y totalmente inhumana, en donde ese cáncer del “criollo vivo” sigue vigente y encontró su máximo auge en los 90’s. La herida sigue siendo la misma.

Y si bien la herida sigue siendo la misma, el futuro lo forjamos otros. Somos los hijos de esta sociedad post-conflicto los que tenemos la responsabilidad en nuestras espaldas. Está de más decir que comparto con muchos jóvenes de mi generación el interés por la problemática actual, sin embargo son pocos los puentes de entendimiento que hay entre muchos nosotros. El pleito nos lo comemos entre todos con el fin de defender una bandera que no es nuestra, y ahí reside nuestro mayor problema. Todavía tenemos miedo.

El camino todavía es largo, los procesos se siguen dando y las heridas están vigentes. El miedo no se va a perder como se pierda una elección, el miedo va a continuar y seguirá hincándonos como cada vez que tocamos estos temas. Sin embargo, las nuevas ideas, creo yo, deberían apuntar a seguir construyendo más allá del miedo. A lo lejos, más allá de los políticos tradicionales. Ya que si ellos dicen que estamos lejos y vamos por mal camino, seguramente es porque vamos bien.


Escrito por

Samuel Huarcaya

Psicólogo educacional


Publicado en

Popurri

Procuro no hablar en difícil.